13 agosto, 2025

El Perú está ante una oportunidad histórica: convertirse en pionero en América Latina en el uso de blockchain para un proceso electoral nacional.

Con la aprobación de la Ley N.° 32270 en marzo de 2025, que establece el voto digital para peruanos en el extranjero, el país no solo moderniza su sistema electoral, sino que también abre la puerta a un rediseño profundo de la arquitectura democrática.

En abril de 2025, la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) publicó el reglamento que regula esta modalidad, estableciendo protocolos de seguridad, autenticación y auditoría. Lo interesante es que, aunque la norma se dirige inicialmente a peruanos en el exterior y miembros de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional desplazados, el horizonte es mucho más ambicioso: integrar blockchain en las elecciones generales de 2026.

BLOCKCHAIN: MUCHO MÁS QUE UNA MODA TECNOLÓGICA: El blockchain ha pasado de ser un fenómeno vinculado a las criptomonedas a convertirse en una herramienta de confianza pública. En el ámbito electoral, esta tecnología ofrece tres garantías fundamentales:

1. Inmutabilidad de los datos: una vez emitido y registrado, un voto no puede ser alterado. Esto no es solo un principio técnico, sino una declaración de soberanía ciudadana.

2. Trazabilidad y auditoría en tiempo real: observadores nacionales e internacionales podrían verificar la integridad de los resultados mientras el proceso está en curso.

3. Descentralización de la seguridad: al distribuir la información en múltiples nodos, se reduce el riesgo de ataques masivos o manipulación interna.

No se trata de reemplazar la supervisión humana, sino de dotarla de herramientas que reduzcan al mínimo los espacios de duda y fraude.

EL CONTEXTO PERUANO: ENTRE LA OPORTUNIDAD Y LA DESCONFIANZA: El Perú tiene un déficit crónico de confianza institucional. Encuestas recientes señalan que ocho de cada diez ciudadanos creen que la corrupción afecta directamente los procesos electorales. En ese escenario, blockchain no es simplemente una innovación tecnológica; es una posible respuesta a una crisis de legitimidad.

Sin embargo, la implementación no será sencilla. La brecha digital sigue siendo un obstáculo: zonas rurales con conectividad limitada, carencia de dispositivos adecuados y bajo nivel de alfabetización digital. Además, el éxito dependerá de una pedagogía ciudadana que permita entender el sistema, sus beneficios y sus límites.

MIRANDO AL MUNDO: LECCIONES Y ADVERTENCIAS: En mis investigaciones he encontrado casos que sirven de referencia:

• Estonia ha logrado un sistema de voto digital robusto, aunque su adopción tomó dos décadas de desarrollo tecnológico y cultural.

• Sierra Leona realizó un piloto en 2018 con blockchain para registro de votos, pero con alcance limitado y sin escalabilidad inmediata.

• Estados Unidos ha experimentado con blockchain para el voto de militares en el extranjero, con resultados dispares.

La lección es clara: la tecnología es potente, pero su éxito depende de factores políticos, sociales y culturales.

2026: ¿UN HITO CONTINENTAL?: Si Perú logra integrar blockchain en su proceso electoral de 2026:

• Será el primer país de Sudamérica en utilizarlo a escala nacional.

• Reducirá significativamente la ventana para fraudes electorales.

• Creará un precedente de gobernanza digital que podría inspirar a otras democracias en crisis de confianza.

El verdadero reto no está solo en la ingeniería de software, sino en la ingeniería de confianza. La tecnología puede garantizar la integridad de los datos, pero la legitimidad de un proceso electoral se construye en el terreno social, político y cultural.

El blockchain puede ser el pilar de una nueva democracia digital en el Perú… siempre y cuando la ciudadanía sienta que ese sistema le pertenece.
 

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